lunes, 18 de noviembre de 2013

Según


Bebo de las fuentes que me encuentro,
Me siento en el suelo.


La ropa me pesa
tres kilos de mierda.


Me meto en las conversaciones ajenas
y pido tabaco a desconocidos.


Preguntando se llega a Roma.


Como poco y rápido como un trámite.
Duermo poco y mal, como un desliz.


No me da miedo volverme a las tantas,
perder el último bus,
arrojarme a las vías.


No tengo serios transtornos.


Según el día que me cojas
más pasota o menos,
cantora o callada,
a veces sí
y a veces no,
según el día.


No obedezco a ningún credo,
ni me he construido 
una férrea moral
con valores ni malos ni buenos.


No hay dogma que me ocupe
más de un día de debate,
ni llanto que no curen 
cuatro horas de lectura.


Por norma general,
me posiciono a favor del acusado,
por norma general también,
me caen mal los abogados,
pero la defensa menos que la fiscalía.


No soy partidaria de medir
a todos con la misma vara.


No me creo una ley inmutable
comprobada científicamente.


Hay malos malísimos
que no merecen morir, como el Joker.


Hay cabrones y cabrones,
algunos me caen bien, como Sabina.


También hay genios pobres,
y poetas condenados al
ostracismo del silencio.


Vedettes en burdeles de a cuarto
y a medio siglo,
pero ya no es la época del destape,
ningún director cutrecillo vendrá
a rescatarlas, no es temporada.


El nuevo milenio 
tiembla bajo mis pies 
y al compás el metro 
los va arrastrando a todos.


A todos.


A veces el temblor es muy fuerte
y me agita, 
y me hace escupir lo aprendido
de esta mala manera.


Otras casi no lo noto
y puedo dormir.


Dormir.


Poco y rápido como un trámite.


Dormir.


A veces sí, 
y a veces no,
según el día.

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