Estoy buscándola,
la metáfora,
pero sé donde está,
sé muy bien
donde se esconde
la hija de puta.
La estoy buscando pero
no pienso ir a por ella,
que venga ella si quiere.
Que seguro que quiere.
Seguro que viene vestida
de otras a venderme motos
y becerros dorados,
a ofrecerme harenes babilónicos
y banquetes romanos
y lápida de mármol en Poblenou,
como hace siempre.
Ojalá tuviera una musa normal,
como las demás,
una belleza armónica,
un canto a la esperanza.
Pero la mía no,
la mía nunca,
la mía insurgente y talibana
de "el verso o la vida"
"el discurso o la vida"
"el partido o la vida"
que así nunca llegarás
ningún sitio,
(viva al menos)
será mejor que la mates,
me dicen todos.
¡Vaya dúo!
La escritora incendiaria
de los ojos de vengalas
y la musa de los achaques histéricos,
el par de dos,
el hambre y las ganas de comer
sin ganas.
La gente me lo murmura:
Te acabará devorando.
Y es cierto, tampoco soy ciega,
veo y asumo como me devora
paulatinamente y me dejo deshacer
en ese proceso dulce y onírico,
me dejo desaparecer bajo su mandato
y ya no sé cuando habla ella
ni cuando hablo yo,
si es que no hablamos a la vez
y nos declaramos la guerra
y recogemos las víctimas
que se quedan esparcidas
por toda mi cabeza.
Tengo que deshacerme de ella.
Lo tengo ya escrito:
"El verso o la vida"
"El verso o la vida"
Elegí la vida my darling.
Elegí la vida y también elegí el arma,
me dolerá más que a ella la pérdida.
Le acabaré construyendo un panteón en Poblenou.
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